Una investigación reúne los nombres, la procedencia, la organización política y las prisiones por las que pasaron aquellos que terminaron condenados por el régimen. También se recuerda a los torturados y asesinados de forma violenta, y los nombres de quienes perpetraron esos crímenes.
Putxi, que había entrado en la cárcel en 1972 acusado de actividades antifranquistas y militar en el FRAP, cuando salió en 1975, se propuso homenajear a las miles de personas que en aquellos años copaban las prisiones franquistas. Entre barrotes vio que los que querían acabar con el régimen eran muchos más de los que pensaba en los años previos de libertad. Desde entonces, ha ido recopilando los nombres de todos ellos, las cárceles por las que transitaron y la organización política a la que pertenecían. Presos del franquismo de la A a la Z. La represión de la dictadura (1963-1977) (Fundación Aurora, 2022) es el resultado de tamaña investigación en la que se aglutinan 14.000 nombres de presos y presas, pequeñas biografías de algunos ya fallecidos y decenas de imágenes inéditas desde dentro de prisión.
El autor de la publicación, en realidad, se llama Luis Puicercús, aunque todo el mundo se dirige a él como Putxi desde que el etarra Imanol Urrutia, con quien compartía prisión en 1972, no supo pronunciar su apellido y le salió eso, Putxi. «Primero me serví de las cárceles por las que yo había pasado, Carabanchel, Jaén y Palencia, para empezar el listado de los nombres. En 2014 me puse más en serio para conseguir los miles de nombres que aparecen en el libro, justo en el periodo en el que está vigente el Tribunal de Orden Público», explica.
Por fin, todos esos encarcelados por el franquismo debido a su actividad política tienen su nombre en un lugar, negro sobre blanco. Y en ese todos se engloban, como no podía ser de otra forma, ideologías tan dispares entre sí como opositoras al franquismo: anarquistas, comunistas y nacionalistas.
La monografía va mucho más allá de los presos del franquismo, pues su columna vertebral es la represión. Así pues, en sus 664 páginas también hay un espacio dedicado a los jueces del régimen y policías y militares torturadores, al igual que para aquellos antifranquistas que murieron violentamente en dependencias policiales y los otros tantos que, habiendo pasado o no por la cárcel, terminaron heridos o torturados.
Sin ayuda de las instituciones públicas
El trabajo de estos 14 años se ha basado en hablar con la memoria que continúa viva. Solo en un par de casos se han negado a aparecer en el libro, algo anecdótico según Putxi. El libro ve la luz, finalmente, sin la ayuda de ninguna institución pública, ni siquiera la de la Administración: «Cuando me he acercado a las cárceles provinciales me han recibido con buenas intenciones pero no me han dado ni un solo dato. Y yo necesitaba sobre todo aquellos datos de los compañeros que terminaron encarcelados por no poder pagar las desorbitadas multas económicas que el régimen les imponía», relata a sus 71 años.
Putxi, aunque pareciera mentira, no ha hecho ningún trabajo de archivo. Tampoco se ha quedado en su casa tecleando frente al ordenador. Su forma de trabajar le ha llevado a hablar con cientos de personas que le daban otros tantos nombres que apuntar en su larga lista. Además, Presos del franquismo de la A a la Z es especial por otra cuestión: el trabajo en común surgido entre colectivos comunistas y anarquistas. Este hecho emociona al autor, y reflexiona: «La unión es fundamental. Parece algo anecdótico, pero no, aquí hay gente que se ha volcado desde diferentes corrientes ideológicas y es la primera vez que anarquistas, comunistas y nacionalistas hemos coincidido para hacer un trabajo de esta importancia».
La memoria por encima de todo, al fin y al cabo. Y la memoria, además del relato oral, tan importante para que la historia no se borre, también se puede escribir mediante imágenes. En el libro hay 300 fotografías de presos dentro de las cárceles, documentos históricos inéditos. Algunas de ellas, realizadas durante el día de la Merced, cuando las familias podían visitar a los encarcelados. Otra tantas, de Carabanchel en marzo de 1973, cuando el propio Putxi tuvo «el honor», tal y como recalca, de introducir en la cárcel una cámara clandestina.
Los datos, en manos de la Policía
Eloy Martín Nieto ha escrito una de las introducciones que preceden al listado de nombres. Él es un antiguo preso de la CNT y, actualmente, responsable de memoria histórica de la Fundación Aurora. «Ahora que lo veo, me doy cuenta de que hay gente en esas páginas que conozco pero no tenía ni idea de que habían estado en prisión», dice. Su fundación ha editado y financiado el volumen que más adelante subirán a la red íntegro para hacerlo llegar a la mayor cantidad de gente posible.
Este memorialista pasó dos veces por la cárcel. «Me detuvieron en marzo de 1972 y hasta junio de ese año no me soltaron. A los 15 días me volvieron a detener y me dejaron en libertad con cargos. Volví a entrar en la cárcel cuando terminé la mili en 1974, condenado por difundir propaganda ilegal«, relata él mismo. El periplo de Martín tuvo como protagonistas las prisiones de Carabanchel, Zaragoza y Segovia: «En cuanto salí en libertad, me reintegré en la CNT», confiesa.
Todavía recuerda lo que le sucedió cuando se jubiló. En aquel momento, Martín quiso convalidar el tiempo que estuvo en prisión, así que se acercó al Ministerio de Justicia a pedir su expediente. «Me dijeron que no, que ellos no tenían nada, que todo eso estaba en la Policía. Y así fue, en la Policía me dieron un documento en el que se explicaba dónde estuve y los días que pasé encarcelado. Me dijo uno de los que estaba allí que esos datos solo los utilizaban a nivel estadístico, pero me parece un poco raro que no los tengan en el Ministerio y sí en la Policía«, desarrolla.
Poner nombre a los etcéteras
José Benito Batres es otro de los nombres propios que aparece en el libro de Putxi. A sus 70 años aún recuerda cómo en 1967 entró a militar en las Juventudes Comunistas. «A mí me detuvieron siete veces, he estado encarcelado tres (1969, 1970 y 1972) y un total de cuatro años. La primera vez que me detuvieron tenía 15 años, la última, 20″, rememora este comunista. Terminó condenado por asociación ilícita y en dependencias policiales se negó a firmar que formaba parte del PCE. «Fueron a mi casa y se llevaron a mi hermano y no le iban a soltar hasta que yo firmase. Lo hice y le soltaron», recuerda. Carabanchel, Jaén y Segovia fue su recorrido penitenciario.
«Este libro es importante porque, como he leído en algún sitio que le decía un preso a otro, muchos de nosotros somos el etcétera en la enumeración. Es decir, hay un par de decenas de militantes antifranquistas muy conocidos que pasaron por la cárcel, como Marcelino Camacho, pero somos miles los que lo hicimos», se explaya Batres. Desde su punto de vista, tendría que haber sido la Administración Pública la que debería recopilar todos estos nombres, y más con los ficheros que obran en su poder.
Este antiguo preso político del franquismo añade que el libro es una buena forma de saber que no todos los encarcelados por el régimen eran elementos subversivos: «Hay gente de la época de 1974 y 1975 que se manifestaban contra el dictador y que les detenían y pasaban unos días en prisión, pero eran gente moderadísima y que una vez que salieron de la cárcel jamás han militado en ninguna organización», explica.
‘Presos del franquismo de la A a la Z’ es un homenaje a todos esos etcéteras que dieron con sus huesos en las cárceles franquistas, que sufrieron torturas, violaciones y asesinatos. 14.000 personas en un libro, con su procedencia, su organización y las prisiones por las que pasaron, «debe ser solo el inicio para una investigación mucho más profunda, pero que sin duda partirá desde este trabajo», concluye Putxi.