El seno del CSNU se convierte en campo de batalla EE.UU.-Rusia, con el primero acusando al otro de utilizar alimentos como arma por lo que Moscú se pone rojo.
En una reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), convocada el jueves por EE.UU., el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, afirmó que el conflicto ruso-ucraniano ha paralizado el comercio marítimo en amplias zonas del mar Negro, ha vuelto la región insegura para la navegación, por consiguiente las exportaciones agrícolas ucranianas se ven casi bloqueadas, poniendo en riesgo los suministros globales de alimentos.
El diplomático, que presidía la reunión, alegó que Rusia, desde el inicio de su operación militar en Ucrania, intentó controlar el acceso al mar Negro y el mar de Azov, y bloquear puertos ucranianos.
Rusia responde: Las sanciones causan la crisis
Por su parte el representante permanente de Rusia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Vasili Nebenzia, denunció que, tras el inicio del operativo ruso en Ucrania, el Occidente, encabezado por Estados Unidos, en línea con infundios de Ucrania, están culpando a Rusia de todos los problemas del mundo.
Además, tachó de absolutamente falsas las imputaciones de Washington y sus aliados occidentales sobre usar como arma los alimentos. “Es como si quisiéramos matar a todos de hambre, y ustedes y los ucranianos solo están supuestamente preocupados por cómo salvar la vida de los hambrientos”, añadió.
En este sentido, recordó que un factor importante para comprender la raíz de esta crisis es el hecho gran parte de la comunidad internacional llevó a cabo una “transición abrupta a la energía verde” en lugar de apostar por “una transición energética suave y bien pensada”.
Anteriormente, el embajador ruso en Washington, Anatoli Antonov, había rechazado los alegatos de los países occidentales acerca de las operaciones de Moscú y la seguridad alimentaria mundial subrayando que los estúpidos movimientos macroeconómicos de Occidente erosionaron la seguridad alimentaria en el planeta y los problemas en este ámbito surgieron mucho antes del inicio del operativo ruso en Ucrania.
Las sanciones financieras y comerciales de Washington y sus aliados contra Rusia llegaron a un punto de inflexión después de que Moscú, por orden del presidente Vladimir Putin, lanzara el 24 de febrero un operativo en el vecino occidental con el objetivo de “desnazificarlo”.
De hecho, desde el estallido del conflicto ruso-ucraniano, se ha generado una creciente preocupación por la escasez de alimentos y energía en Europa y EE.UU., lo cual ha llevado a los líderes europeos a buscar proveedores alternativos para proporcionar energía en sustitución del gas y petróleo rusos. El país norteamericano, por su parte, vive su peor crisis energética en los últimos 50 años, según estadísticas.
En este contexto, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo el 28 de marzo que Rusia no puede “dedicarse a la caridad” mientras afronta múltiples sanciones impuestas en su contra, asegurando así que no suministrará gas a Europa si no lo paga en la moneda nacional rusa, es decir el rublo.