Aunque las fuerzas rusas hayan estabilizado el frente y están ganando batallas en el Donbass, ahora, de facto, existe un estado de guerra entre Rusia y la OTAN
Una característica recurrente de la Guerra Fría fue que EEUU siempre le dio mucha importancia a la publicidad mientras que Moscú siempre optó por concentrarse en el resultado final.
La Crisis de los Misiles en Cuba es el ejemplo más conocido en el que el desenlace fue publicitado como un abandono del despliegue soviético de misiles en Cuba y un acuerdo para que EEUU no invadiera la isla. Lo que medios occidentales han ocultado, y lo que más le dolió al imperialismo, es que también se acordó el desmantelamiento de todos los misiles balísticos Júpiter que EEUU habían desplegado en Turquía, cerca de la frontera soviética.
El patrón de comportamiento sigue siendo el mismo en Ucrania. Según la narrativa occidental, Rusia está a punto de ser “derrotada” en la región de Járkov. Curiosamente, en los círculos oficiales de Washington, existe una abierta reticencia a tocar los tambores del triunfo, presumiblemente por que las fuerzas ucranianas solamente han vuelto a ocupar áreas que los rusos habían planeado evacuar de antemano.
Moscú vuelve a dejar la propaganda de guerra casi en su totalidad a manos de los periodistas occidentales, mientras el Kremlin se concentra en el resultado final, con tres dimensiones conocidas: una, completar la evacuación desde la dirección Balakleysko-Izyum sin pérdida de vidas; dos, atacar a las fuerzas ucranianas que abandonaron sus posiciones bien fortificadas para dedicarse a desplazamientos en campo abierto en la región de Járkov; y, tres concentrarse en la operación en Donetsk.
Este última aspecto se está volviendo muy sensible para Moscú, ya que una parte importante de los «corresponsales de guerra» rusos (que no se muevgen de Moscú) publicaron informes que parecen un apocalipsis. Incluso políticos como Gennady Zyuganov, secretario general del Partido Comunista –una voz poderosa en la Duma estatal- están preocupados.
Zyuganov declaró en la primera reunión plenaria de otoño de la Duma estatal que la «operación especial» se ha convertido en una guerra en toda regla y que la situación en el frente ha «cambiado drásticamente».
En un fragmento de su discurso, publicado en la web del Partido Comunista, Zyuganov explica: “toda guerra requiere una respuesta. En primer lugar, requiere la máxima movilización de fuerzas y recursos. Exige cohesión social y una priorización clara”.
Aunque pretende ser una crítica constructiva, la opinión de Zyuganov seguramente será pasada por alto por el Kremlin. El portavoz de la presidencia, Dmitri Peskov, se apresuró a responder: “En este momento, una movilización total o parcial no está en la agenda”.
La base de apoyo del presidente Putin sigue siendo sólida. Las recientes elecciones regionales y locales rusas se convirtieron en un “referéndum” sobre la situación de Ucrania. Y el hecho de que el partido gobernante obtuviera uno de los mejores resultados de su historia al ganar alrededor del 80 por ciento de los curules demuestra un voto de confianza al liderazgo de Putin.
Dicho esto, los “patriotas enojados” suponen un quebradero de cabeza para el Kremlin. Por eso la situación en torno a la región de Bakhmut en Donetsk adquiere una importancia particular. Bakhmut es el eje de toda la fortificación militar que Kiev erigió en Donbass en los últimos 8 años. Es un cruce de comunicación estratégica con carreteras en muchas direcciones (Lysychansk, Horlivka, Kostiantynivka y Kramatorsk) y el control de la ciudad es vital para establecer la supremacía total sobre la región de Donetsk.
Las tropas rusas y las milicias de Donetsk y Lugansk habían estado intentando desde el 3 de agosto penetrar las defensas ucranianas en dirección a Bakhmut-Soledar, con un éxito muy irregular. Ahora llegan informes de que los rusos han entrado en la ciudad de Bakhmut y han tomado el control de la zona industrial en la parte noreste. Algunos de estos informes dicen que las fuerzas rusas conocidas como el Grupo Wagner se han desplegado en Bakhmut. Se trata de ex militares altamente capacitados.
Las apuestas son extremadamente altas. Para Kiev, toda la logística de las operaciones en Donetsk puede desmoronarse si pierden el control de Bakhmut. En cuanto a los rusos, el avance en esa dirección despejará el principal obstáculo para una ofensiva decisiva hacia el eje Slavyansk-Kramatorsk al oeste, el último conglomerado de fuerzas ucranianas en Donetsk (Bakhmut está a solo 50 km de Slavyansk-Kramatorsk).
¿Que piensa el Pentágono?
Hablando sobre la “contraofensiva” ucraniana el pasado fin de semana, el general Mark Milley, presidente de los Jefes de Estado Mayor estadounidenses, expreso algunas opiniones muy sugestivas:
– Ucrania ha acumulado una gran cantidad de poder de combate. Cómo lo usen ahora será el factor determinante. Las cosas se aclararán “en los próximos días y semanas”.
– El ejército ucraniano hasta ahora ha luchado extraordinariamente bien en la línea de defensa.
– Ahora Ucrania se está moviendo hacia operaciones ofensivas donde es fundamental integrar el poder de fuego en las maniobras para lograr la superioridad.
– Por tanto, “está por ver” qué ocurre en las próximas semanas. “Es una tarea muy, muy difícil la que han emprendido los ucranianos”, al iniciar una ofensiva combinada con guerra de maniobras.
La ofensiva ucraniana en Kharkov fue planeada como un ataque para rodear y destruir las agrupaciones rusas en el área de Balakleya, Kupyansk e Izyum. Pero el comando ruso se anticipó a este intento, reduciendo su agrupación militar en esta línea del frente. Por eso el número de fuerzas ucranianas superó a las rusas casi 8 veces.
Tambien, en previsión de la ofensiva ucraniana, los civiles fueron evacuados en convoyes militares. Usando tácticas de defensa móvil al amparo de unidades especialmente organizadas, los rusos finalmente lograron replegar todas sus unidades militares.
En efecto, el plan de EEUU y la OTAN en la región de Kharkov de rodear a las tropas rusas se vio frustrado. Los rusos tuvieron pérdidas mínimas. Por su parte el alto mando ucraniano ha admitido que los rusos infligieron importantes pérdidas a sus tropas (una gran parte de estas son mercenarios pertenecientes a países de la OTAN).
Pero el ejército ruso también cometió errores. Inexplicablemente sus posiciones avanzadas no fueron defendidas con minas; la recopilación de inteligencia de primera línea fue deficiente; y las tropas rusas residuales (reducidas a un tercio de la fuerza total) no estaban equipadas con suficientes armas antitanque.
El resultado de los últimos acontecimientos es que el conflicto está asumiendo la naturaleza de una guerra en toda regla. Zyuganov no se equivocó cuando habló ante la Duma:
“La operación político-militar… se ha convertido en una guerra en toda regla. Ha sido declarada contra nosotros por los estadounidenses, la OTAN y la Unión Europea. Una guerra es fundamentalmente diferente de una operación especial. Una operación especial es algo que anuncias y algo que puedes elegir cuando ponerle fin. Una guerra es algo que no puedes detener aunque quieras. Tienes que luchar hasta el final. La guerra tiene dos resultados posibles: victoria o derrota”.
Llegó el momento que Putin debe tomar una decisión. Porque, aunque las fuerzas rusas hayan estabilizado el frente y se estén transfiriendo reservas al campo de batalla, ahora, de facto, existe un estado de guerra entre Rusia y la OTAN.
Las recientes llamadas telefónicas a Putin, en rápida sucesión, por parte del presidente francés Emmanuel Macron y el canciller alemán Olaf Scholz , después de un intervalo de meses, indican que puede haber surgido una necesidad de volver a atraer al líder del Kremlin.