La directora general, Carmen Collado, ha recalcado que «es un indicio relevante de la deriva del fraude de la contratación temporal».
La directora general de Inspección de Trabajo, Carmen Collado, ha confirmado que su oficina ha destapado 197.000 contratos temporales fraudulentos que se han convertido en indefinidos gracias a la reforma laboral.
En el mes de agosto los contratos indefinidos superaron el 39% de las nuevas altas registradas en la Seguridad Social. «Gran parte de la actuación inspectora de los últimos años ha ido dirigida a la lucha contra el fraude en la contratación temporal», ha afirmado Collado.
Collado ha destacado los datos «espectaculares» del último plan de choque llevado a cabo por la Inspección, gracias al cual también se han transformado 26.200 contratos fijos discontinuos en fijos ordinarios.
Según ha comentado, «es un indicio relevante de la deriva del fraude de la contratación temporal». «La reforma laboral va a permitir un giro importante de esa deriva», ha recalcado.
También ha avanzado que Inspección va «a estar también vigilante en nuevas posibles prácticas empresariales que intenten frustrar el objetivo de la norma», aunque ha defendido que «con carácter general, el empresariado de España es cumplidor».
«La hostelería suele estar a la cabeza de este tipo de fraude, pero está bastante equilibrado en todos los sectores», ha señalado Collado.
La directora ha participado en un curso que aborda la incidencia de la reforma laboral en la actuación de la inspección de trabajo celebrado este lunes en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander.
El caso de los policías de Estepona muestra que una mayor sensibilidad de la judicatura en cuestiones relativas a la libertad sexual de la mujer habría evitado el terrible mensaje de impunidad que se traslada a la sociedad
Una madrugada de junio, dos muchachas vuelven a casa en coche con unos amigos. Han bebido mucho alcohol. Cuando una pareja de la policía local las para y las hace volver a casa en taxi respiran aliviadas por haberse librado de una multa. Sin embargo, al cabo del rato, los dos policías se presentan de uniforme en la casa donde se alojan. Los dos agentes se llaman Vicente Peña y Juan Carlos Galván y les doblan en edad. A una de las chicas, la que está más ebria, la fuerzan a consumir cocaína. Luego la amenazan para que se desnude. Uno de ellos la manosea y le introduce los dedos en la vagina. El otro la penetra sin preservativo. Ella, asustada, se deja hacer hasta que su amiga consigue que llegue ayuda.
Inicialmente, la Fiscalía acusa a los dos policías de un delito de agresión sexual y pide para ellos 30 años de cárcel. Más adelante, la muchacha, que lleva cuatro años sufriendo estrés traumático por esa terrible experiencia, siente que no es capaz de volver a revivirla en el juicio. Su abogado anuncia que no van a acusarlos.
El fiscal del caso entiende entonces que se encuentra ante un dilema: si sigue adelante con su acusación, a la mujer no le va a quedar más remedio que acudir al juicio como testigo. Para evitarlo, hace lo necesario para una condena sin juicio: propone un pacto a los policías. Ellos se reconocerán culpables de los hechos, la Fiscalía lo calificará de abuso, en vez de agresión sexual, y pedirá una condena de sólo dos años de prisión. El fiscal, así, le evita un mal trago a la víctima. Sin embargo, al mismo tiempo, renuncia en gran medida a su deber de perseguir los delitos y transmite cierta imagen de impunidad en este tipo de delitos. El acuerdo entre los violadores y el fiscal se presenta entonces ante el tribunal, que lo da por bueno y, sin necesidad de realizar juicio, dicta sentencia condenándolos a dos años, lo que se había solicitado.
¿Era esa la única opción de los magistrados? Según el art. 801 del Código Penal, ante un acuerdo de este tipo, los jueces están obligados a comprobar la conformidad de los acusados. Además, tienen que verificar que los hechos han sido correctamente calificados –es decir, que se condena por el delito correspondiente a lo probado– y que la pena es la adecuada. Si se dan esas circunstancias, tienen que aceptar el acuerdo. Seguramente en este caso, ante la falta de consentimiento de la mujer y las sucesivas penetraciones vaginales, era posible discutir la calificación como abuso sexual en vez de agresión. Los jueces también habrían podido tener en cuenta que la evidente agravante de ser agentes de la autoridad, de uniforme, impedía castigar con esa pena. Pero no lo hicieron.
En nuestro país se ha extendido la mala práctica de aceptar siempre los acuerdos de conformidad entre fiscal y acusados sin usar las atribuciones que ofrece la ley, y así sucedió en este caso.
Aun así, habían sido condenados a dos años de prisión. La ley, nuevamente, permite que el tribunal suspenda las penas de prisión de hasta dos años, de manera que los condenados eviten entrar en la cárcel. No es una obligación, sino una facultad de los jueces. De hecho, la norma dice que sólo debe suspenderse la pena si es razonable esperar que los condenados no vuelvan a cometer nuevos delitos. En nuestro caso, uno de los jueces, el magistrado Pedro Molero, entendió que los dos policías habían demostrado una alta peligrosidad y que, además, estaba en juego el valor de la defensa y la protección de la mujer y de su capacidad de decisión. Así que propuso que no hubiera suspensión y fueran a la cárcel. Sin embargo, los otros dos jueces no consideraron necesario amparar así la libertad general de la mujer. Decidieron librarlos de la prisión y obligarlos solo a recibir un curso de educación sexual.
Ante las tibias críticas a las decisiones judiciales que llevaron a la impunidad en este caso, la derecha judicial ha respondido culpabilizando a la víctima
Hasta aquí los hechos. Es evidente que la decisión de que los dos violadores no entren en prisión la ha tomado libremente un tribunal. Incluso es cierto que, a pesar del reducido margen que les dejaba el acuerdo del fiscal, los jueces podían haber intentado evitar una condena de tan sólo dos años. Resulta razonable invocar este caso como un ejemplo de que una mayor sensibilidad de nuestra judicatura en cuestiones relativas a la libertad sexual de la mujer habría evitado el terrible mensaje de impunidad que se ha lanzado. Sin embargo, si algo hay inconcebible en este caso es la manera en la que públicamente se ha informado y reaccionado a lo sucedido. Ante las tibias críticas a las decisiones judiciales que llevaron a la impunidad en este caso, la derecha judicial ha respondido culpabilizando a la víctima… y a la ministra de Igualdad, Irene Montero. Y ha colado.
Incapaces de aceptar una crítica, muchos de los jueces más populares de Twitter, desde el juez Zipper a Ladycrocs, se lanzaron en tropel a intentar ocultar deliberadamente que la opción de imponer apenas unos cursillos sexuales fuera una decisión libre de unos magistrados. Para tapar esta evidencia pusieron el acento en el acuerdo de conformidad para rebajar la condena a dos años, difundiendo incluso la falsedad de que el juez que no lo obedeciera estaría prevaricando.
En la misma ceremonia de la confusión, uno de los abogados ultraderechistas más populares en Twitter se lanzó al cuello de la directora corporativa del diario Público, Ana Pardo de Vera, y la ministra Montero. La primera había retuiteado un artículo impecable que planteaba que si dos policías violadores son condenados sólo a unos cursillos de educación sexual, tenemos un problema con los jueces. La frase, como se ha explicado, era absolutamente razonable y veraz. Sin embargo este abogado, un tal José María de Pablo, la calificó de ignorante con el argumento falso de que cualquier otra solución hubiera sido prevaricar. Aprovechó para afirmar que con la reciente reforma del Código Penal, la ley del “solo sí es sí”, la pena hubiera sido inferior.
El abogado, presentado a menudo en los medios como un “experto”, consiguió que miles de personas lo creyeran. Ayudó para ello que muchos jueces en ejercicio lo apoyaran públicamente en sus mentiras. Todo vale para ocultar la responsabilidad de los jueces. Por si fuera poco, ante quienes lo pusieron en duda, el mismo abogado falsario invocó un artículo de la ley de enjuiciamiento que dice justo lo contrario. Hemos llegado a una situación en la que basta que un mentiroso con corbata diga “el artículo 787 de la LECrim obliga al juez a aceptar cualquier acuerdo de conformidad” para que miles de ciudadanos y periodistas lo crean, aunque sea evidentemente falso. Si además, en tono leguleyo, dice que por eso la culpa de que los violadores se libren de la cárcel con un cursillo de educación sexual es de Irene Montero, hay masas de ciudadanos que lo asumen a pies juntillas. Aunque en verdad no hayan comprendido un carajo, porque es incomprensible.
Que este abogado es en verdad un manipulador ultraderechista falsamente vestido de experto está fuera de duda. Nuestro problema como sociedad no es la desfachatez de estos falsarios jaleados por los propios jueces. Lo definitivamente dañino para la democracia es la imposibilidad de los medios de comunicación para desmontar estos bulos y ofrecer certezas a la ciudadanía. Siempre han existido noticias falsas, pero lo que caracteriza a los tiempos actuales es la falta de referencias fiables donde contrastar la verdad. Cuando los medios de comunicación se lanzan a la guerra partisana y prefieren dar las mentiras que su público quiere oír, antes que contrastar rigurosamente su veracidad, perdemos ese último asidero de seguridad. Sin medios confiables que resuelvan nuestras dudas, la ciudadanía elige creer al primer cantamañanas que se enfunde el traje y la corbata y se presente como un experto. Caemos en manos de demagogos manipuladores como el abogado de este caso, dedicados a inventar bulos políticamente motivados. Desde la ignorancia, sus adeptos los asumen como verdad absoluta y no se cortan en insultar al gobierno, a las mujeres y a quien se les ponga por delante, creyéndose cargados de razones.
Resulta desesperanzador que recurran a estos mecanismos precisamente quienes deberían ser los garantes públicos de la verdad: los jueces. Gran parte de nuestra judicatura vive aún en el principio autoritario de que es necesario evitar cualquier crítica pública de su actividad. En vez de reconocer sus debilidades, para mejorarlas, y resaltar sus muchas fortalezas, prefiere acudir a la manipulación y defender la falsa imagen de un poder judicial perfecto que jamás comete errores. Tengo mis reservas técnicas respecto a la redacción de la reforma del Código Penal y su eficacia jurídica, pero viendo el impacto mediático de decisiones como la que comentamos no me cabe duda de la necesidad de introducir en los operadores jurídicos un poco más de sensibilidad ante la violencia contra las mujeres. Seguramente hay que reformar la libertad del fiscal para llegar a acuerdos de conformidad en estos asuntos, pero también hay que actuar para que los jueces no pongan en libertad sin más a dos violadores que, casualmente, son policías.
En unos años, si una mujer sufre una violación en la feria de Estepona y acude a denunciarla a la policía municipal, puede que el policía que le coja la denuncia sea uno de estos dos violadores jaleados en las redes y protegidos por nuestros jueces.
El Imperio británico (en inglés, British Empire) comprendió los dominios, colonias, protectorados, mandatos y otros territorios gobernados o administrados por Reino Unido y su predecesor, el Reino de Inglaterra, entre los siglos XVI y XX. Ha sido el imperio de mayor extensión hasta la fecha.
El mercado de drogas en Estados Unidos no deja de crecer. Lejos de las pequeñas ‘pandillas’, la CIA y la DEA han funcionado como entidades que han permitido que exista un mercado de drogas en Estados Unidos que permite financiar ‘guerras’ contra otros estados. Esta es la historia.
El concepto ‘imperialismo estadounidense’ es aceptado por la mayor parte de la comunidad internacional, tanto por políticos como por historiadores. Es un hecho incuestionable que Estados Unidos ha tenido un comportamiento imperialista desde el inicio de su formación como país, y especialmente a lo largo del S.XX.
Se puede definir imperialismo como la «actitud y doctrina de quienes propugnan o practican la extensión del dominio de un país sobre otro u otros por medio de la fuerza militar, económica o política.» (fuente: RAE). Así pues, cuando Estados Unidos interviene en Afganistán o en Iraq es una forma de imperialismo, o cuando apoya dictaduras militares en ciertos países, o lanza guerras de prevención (por si acaso) sobre otras naciones, es imperialismo también. Imperialismo por medio de la fuerza militar.
Aunque también se podrían mencionar el imperialismo político (como cuando EEUU obliga a otras naciones a adoptar decisiones políticas por medio de presiones) o el imperialismo económico (cuando decide poner en marcha el bloqueo a Cuba, por ejemplo), en este artículo vamos a centrarnos únicamente en el imperialismo militar, que se traduce en guerras y conflictos por todo el mundo.
Porque el imperialismo es un concepto que abarca una dimensión global. No existe el imperialismo a pequeña escala. Forjar un imperio siempre implica grandes dimensiones. En el caso del Imperio estadounidense, está claro que el tablero donde se juega la partida es el mundo. Ningún rincón se escapa. Desde países grandes, como la antigua Unión Soviética, hasta países pequeños y desconocidos, como la isla de Granada. Todos han sufrido, sufren y sufrirán alguna forma de imperialismo.
Estados Unidos, en su camino hacia la protección del mundo y la eliminación de los enemigos de la democracia y la libertad, ha forjado un ejército que se extiende por todos los continentes de la Tierra. El gobierno estadounidense tiene incluso una serie de ‘Comandos de combate’ que se reparten el mundo y lo protegen. En el siguiente mapa se observa cómo tiene Estados Unidos dividido el escenario mundial.
A continuación repasamos algunas de las guerras y conflictos en los que los Estados Unidos han tenido algo que ver. Todas ellas han tenido lugar fuera del territorio estadounidense, ya que son guerras expansionistas, en las que el objetivo es extender y aumentar geográficamente el poder de Estados Unidos por el mundo. Muchas son guerras o conflictos que nacen en determinadas naciones (como guerras civiles, golpes de estado… etc), pero que no sólo tienen efectos en el propio país, sino que, debido a la intervención de una potencia mundial como Estados Unidos, se vuelven conflictos de importancia internacional. Por ello podemos decir que la mayoría de las guerras de este tipo son al mismo tiempo conflictos locales y globales.
Comenzamos el repaso de conflictos con una guerra del S.XIX. Aunque es algo complicado entender ahora cómo estaban trazadas las fronteras políticas de los estados mexicanos y estadounidenses en esos años, lo cierto es que todo terminó con la adhesión por parte de EEUU de los estados de Texas, California, Nevada, Utah, Colorado, Arizona, Nuevo México y Wyoming. No está nada mal. Para ser una de las primeras guerras imperialistas, el objetivo de la expansión territorial se consiguió bastante bien.
Todo comenzó por un problema de fronteras, como suele pasar muchas veces. El territorio conocido como la República de Texas era un estado independiente, un tercer ‘país’ entre Estados Unidos y México. México no reconocía como independiente este territorio, y Estados Unidos aceptó adhesionar la República de Texas a su territorio nacional. El presidente estadounidense James Knox Polk envió al ejército a vigilar la frontera entre Texas y México (que estaba en el Río Nueces), pero en realidad las órdenes eran traspasar el Río Nueces y llegar hasta el Río Bravo (que ya no era territorio de la República de Texas, sino de México).
Al internarse las tropas estadounidenses en el territorio mexicano, fueron atacados, y así se inició la guerra. El 13 de Mayo de 1846 Estados Unidos declaró la guerra contra México. Ante el ataque de defensa del ejército Mexicano, Estados Unidos decidió magnificar el conflicto y atacó en varios frentes: desde el Oeste, por el territorio de la Alta California y el Océano Pacífico, y también por Nuevo México (estado mexicano en aquel momento).
Los territorios de Nuevo México, Alta California, Baja California y los estados de Coahuila, Veracruz, Puebla y el Estado de México fueron ocupados por el ejército de Estados Unidos. A los puertos marítimos de otros estados se les aplicó un bloqueo naval. En 1847 el General Winfield Scott entró desde el puerto de Veracruz en el corazón de México y ocupó la capital, Ciudad de México.
El 2 de febrero de 1848 se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, que puso fin a la guerra e intentó contentar a ambas partes con las nuevas fronteras. Como podemos ver en el anterior mapa, el gobierno de México llegó a ofrecer una reducción de su frontera (línea azul) bastante considerable y generosa. Pero las ansias imperialistas (expansionistas) de Estados Unidos eran tales que, en una proposición vergonzosa e irrespetuosa ante México, el estadista Samuel Houston propuso que la nueva frontera estuviera en San Luis Potosí (línea rosa), lo que habría supuesto que México perdiera más del 70% de su territorio.
Finalmente no se realizó esa división, y la frontera quedó establecida tal y como sigue hoy en día: a la altura de la ciudad de El Paso. El Tratado de Guadalupe Hidalgo dio a los EEUU el control indiscutible sobre Texas, estableció el Río Bravo del Norte (o Río Grande) como la línea divisoria entre Texas y México, y se estipuló la protección de los derechos civiles y de propiedad de los mexicanos que permanecieron en el nuevo territorio estadounidense. Asimismo, Estados Unidos aceptó patrullar su lado de la frontera y los dos países aceptaron dirimir futuras disputas bajo arbitraje obligatorio. La conocida como Censión mexicana significo para México significó la pérdida de más de 2.100.000 km² de tierra, el 55% de su territorio de entonces.
El fin de la guerra parecía contentar a ambos países, sin embargo, cuando el Senado estadounidense ratificó el Tratado, eliminó el Artículo 10, que garantizaba la protección de las concesiones de tierras dadas a los mexicanos por los gobiernos de España y de México. También debilitó el Artículo 9, que garantizaba los derechos de ciudadanía de los mismos. La banca siempre gana.
Segunda intervención en México (1914)
No contentos con el saqueo territorial que supuso la Intervención en México en 1846, Estados Unidos desembarcó en el puerto de Veracruz sin declaración alguna de guerra contra México. La excusa fue el irrelevante Incidente de Tampico.
Rotas las relaciones entre ambos países, España se hace cargo de los intereses mexicanos en Washington y las repúblicas de Argentina, Brasil y Chile ofrecieron mediar en el conflicto, siendo aceptados por los Estados Unidos y México. Las Conferencias de Niágara Falls dirimieron el conflicto. Finalmente la diplomacia evitó las armas y apaciguó las ansias estadounidenses por invadir otros países.
Tercera intervención en México (1917)
Aunque parezca mentira, tres años después Estados Unidos volvió a adentrarse en territorio mexicano. El presidente estadounidense Woodrow Wilson envió tropas a México encabezadas por el General John «Black Jack» Pershing para capturar al líder revolucionario Pancho Villa. Durante 11 meses, los 10.000 soldados de la Expedición Punitiva de Pershing recorrieron los desiertos del inmenso estado de Chihuahua. Pershing fracasó en su misión y quiso atacar también al Ejército Mexicano. Pancho Villa desapareció en el extenso territorio mexicano y nunca fue capturado. Las tropas norteamericanas, derrotadas, regresaron a Estados Unidos.
Estas tres intervenciones en México nos dan una pista del comportamiento que Estados Unidos iba a mostrar a lo largo del S.XX por toda la geografía mundial.
Golpe de Estado en Irán (1953)
En este episodio histórico se observa a la perfección cómo funciona el mundo y cuáles son las artes del sistema económico para sobrevivir. Es un caso flagrante de codicia y maldad, ya que no sólo tuvo como objetivos derrocar un régimen democrático y explotar los recursos naturales de otro país, sino que además se escondió durante 50 años en secreto para que la gente nunca supiera lo ocurrido.
El golpe de Estado en Irán fue una operación orquestada por el Reino Unido y los Estados Unidos para derrocar al gobierno del primer ministro Mohammed Mosaddeq y su gabinete. Gracias a la labor de Kermit Roosevelt, que trabajaba para la CIA en una operación encubierta, se sobornó a distintos cargos de las administraciones iraníes, lo que facilitó el golpe.
Según la BBC, Gran Bretaña, motivada por el riesgo de perder su control sobre los campos petrolíferos iraníes, financió los sobornos concedidos a oficiales del ejército, medios de comunicación y otros agentes de la sociedad iraní. El proyecto para derribar al gobierno iraní recibió, en las comunicaciones de los gobiernos británico y estadounidense, el nombre de Operation Ajax (oficialmente TP-AJAX). El golpe devolvió al monarca autoritario Mohammad Reza Pahlavi la posición dominante en la política iraní.
El golpe de 1953 derrocó al entonces primer ministro iraní Mohammed Mossadeq, que había defendido la nacionalización de la industria petrolera de Irán. Mosaddeq decidió que Irán debía obtener beneficios de sus campos petrolíferos e inició la nacionalización de las industria petrolífera, que era controlada en aquel entonces por la Anglo-Iranian Oil Company (más tarde llamada British Petroleum Company). Gran Bretaña señaló que Irán estaba violando los derechos de las compañías e incentivó el boicot mundial al petróleo iraní, lo que produjo una crisis económica en ese país.
«El golpe militar que hizo caer a Mossadeq y su gabinete del Frente Nacional fue llevado a cabo bajo dirección de la CIA como un acto de política exterior norteamericana»
Documentos desclasificados en 2011 y publicados en 2013.
Este ‘acto de política exterior’ es denunciable y reprochable no sólo por haber tenido objetivos económicos como el de extraer el petróleo de otra nación para enriquecer a una compañía inglesa como BP, sino por haber motivado el derrocamiento de un régimen constitucional y de un primer ministro elegido democráticamente por el pueblo iraní, para colocar después una monarquía absoluta y devolver el poder a un shah (emperador). Todo para extender el poder (en este caso político y económico) a otros territorios del mundo. El objetivo del imperialismo se puede conseguir de dos maneras: conquistando el territorio o colocando gobernantes afines.
Estados Unidos, país que promueve la democracia por todo el mundo, realizó con Irán un ejercicio de hipocresía e irresponsabilidad que no debería ser olvidado por la sociedad. No pueden dar lecciones de democracia aquéllos que no la respetan.
El 1 de enero de 1959, después de 25 meses de lucha guerrillera, triunfó la Revolución cubana dirigida por Fidel Castro. Hasta entonces, y desde la independencia formal de España en 1898, Cuba había estado bajo la influencia política y económica de Estados Unidos, incluyendo varias ocupaciones militares (1898, 1902 y 1906). En un contexto de plena Guerra Fría, la administración estadounidense consideró que la Revolución Cubana era serio peligro, no solo por el hecho de tener tan próximo un aliado de la Unión Soviética, sino porque desde muy temprano quedó en evidencia que los nuevos dirigentes tenían intenciones de prestar apoyo a otras revoluciones en Latinoamérica.
Los Estados Unidos suspendieron la cuota azucarera y dejaron de comprar este recurso a Cuba, que en aquel entonces era prácticamente su único producto de exportación con alta rentabilidad, pero pronto el gobierno cubano encontró un comprador seguro en la Unión Soviética. El gobierno norteamericano detuvo todas las ventas de petróleo a Cuba provenientes de Estados Unidos y sus países aliados con el propósito desestabilizador de paralizar la industria y en general la economía de la isla, pero la URSS rápidamente respondió enviando petróleo crudo a Cuba, las refinerías de capital norteamericano se negaron a procesar el petróleo soviético. En respuesta a estas acciones injerencistas, Cuba nacionalizó progresivamente todas las posesiones de empresas estadounidenses en el país.
Las sanciones no son suficientes: hay que atacar
Además de decretar casi de inmediato el embargo económico de Cuba, el presidente americano Dwight Eisenhower no tardó en ordenar el apoyo de organizaciones anticastristas tanto dentro como fuera de la isla que trataran de derrocar al régimen de Fidel Castro, y así se organizaron cientos de intentos de asesinato del líder cubano por parte de la CIA (posteriormente desclasificados). Esta situación llevó a la ruptura de toda clase de relaciones políticas y económicas entre los dos países.
El 17 de marzo de 1960, Eisenhower ordenó a la CIA la organización de una unidad paramilitar compuesta por exiliados cubanos, con el propósito de derrocar a Fidel Castro. En esta misión, la CIA tenía la responsabilidad de coordinar acciones de inteligencia con grupos anticastristas dentro de Cuba, que pudieran facilitar la invasión. Se confiaba en levantamientos populares contra Castro y en deserciones masivas en sus fuerzas.
En noviembre de 1959 comenzaron a reunirse grupos que no estaban de acuerdo con el régimen socialista, como la Legión de Acción Revolucionaria (LAR) o la Acción Católica Universitaria (ACU). Estos movimientos estaban formados, en su mayoría, por jóvenes universitarios católicos de clases acomodadas, que recibieron además el apoyo de la CIA. Se creó el Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR). Muchos de sus miembros se trasladaron a los Estados Unidos para ser entrenados militarmente por la CIA.
En un origen, se planeó que la operación militar consistiría en una lucha de guerrillas, pero posteriormente una decisión política del gobierno de Estados Unidos la transformó en una sola brigada de combate, bautizada como Brigada 2506.
Estados Unidos 0 – 1 Cuba
Ese fue el resultado de la partida militar que se jugó durante cinco días en las costas de Cuba. El gobierno de Fidel Castro consiguió repeler el ataque de la Brigada 2056.
El 17 de abril de 1961, la Brigada 2506, transportada por un carguero de la CIA, desembarca en Playa Girón y en Playa Larga. Los primeros combates los favorecen, hasta que 20.000 soldados, voluntarios y milicianos reunidos por Castro los rodean. Poco a poco los invasores se quedan sin municiones y sin poder retirarse, ya que los buques de la CIA habían sido hundidos por los T-34 cubanos.
Después de dos días de combate, la Casa Blanca acepta enviar seis cazas del portaaviones Essex para apoyar a los bombarderos B-26 de la CIA piloteados por cubanos, que intentarán torcer el destino. Pero un gran error lo desbarata todo: los cazas llegan a cielo abierto a las cuatro de la mañana, hora de Miami. No encuentran a nadie. Los B-26, que llevaban la hora de Managua (Nicaragua) en sus relojes, llegan una hora después.
Bahía de Cochinos fue un desastre para los invasores: una cantidad nunca revelada de entre 100 y 400 personas murieron en los combates, otros 1.200 fueron apresados. Fidel Castro, que se puso al frente de las fuerzas defensoras, se mostró al mundo como un triunfador y Estados Unidos no pudo ocultar su fracaso.
Los prisioneros anticastristas fueron juzgados y condenados a prisión por el gobierno cubano. Los sobrevivientes fueron canjeados a fines de 1962 con el gobierno estadounidense a cambio de 53 millones de dólares en forma de alimentos, medicinas y tractores. El 29 de diciembre de 1962 llegaron a EEUU los sobrevivientes de la Brigada 2506, donde fueron recibidos y homenajeados por el presidente Kennedy.
La victoria generó un enorme respaldo político a Fidel Castro entre las masas cubanas y permitió a su régimen profundizar en el «carácter socialista» de la Revolución Cubana, proclamado tiempo antes, mientras que la oposición interna quedaba neutralizada por la alarma generada durante la invasión. El mismo Che Guevara declaró poco después que el fracaso estadounidense había resultado de inestimable ayuda pues fortalecido «como nunca antes» el apoyo de las masas cubanas hacia el régimen de Castro, sirviendo además de duro revés propagandístico para los EEUU.
Más intentos de invasión por parte de Estados Unidos
Después de llegar la Brigada 2506 a Estados Unidos, los sobrevivientes fueron invitados a ingresar en el Ejército Estadounidense. El Gobierno decidió volver a preparar una nueva invasión, y consiguió que el dictador nicaragüense Anastasio Somoza aceptara dar su apoyo y prestó el territorio de Nicaragua para organizar las nuevas bases militares americanas.
Desde Nicaragua se hicieron varios ataques de sabotaje contra instalaciones en Cuba, pero la operación terminó cuando en 1964 se atacó por error al barco español Sierra Aránzazu al confundirlo con el barco cubano Sierra Maestra. En ese ataque murieron tres españoles, entre ellos el capitán del barco. La CIA tuvo que pagar un millón de dólares como indemnización a España, y el Gobierno de Estados Unidos decidió poner fin a las actividades militares para intentar invadir Cuba.
Con estos conflictos Estados Unidos demostró varias cosas: que insistían en expandir su poder como fuera, que no siempre ganaban y que muchas veces hacían el ridículo. Aun así, los fracasos en las costas de Cuba no les detuvieron para seguir, durante el resto del S.XX, atacando e invadiendo varios países del mundo.
Guerra civil de Angola (1975-2002)
La Guerra civil de Angola ha sido el conflicto más largo que ha tenido lugar en África. Se libró como una escalada de la Guerra de la Independencia de Angola (1961-1974), que enfrentó a varios movimientos angolanos enemigos y a sus aliados, pero resultó de manera inmediata del proceso de descolonización de 1974-1975, que agudizó y amplificó esta guerra.
El conflicto de Angola enfrentó al gobierno del MPLA contra la UNITA, el FNLA, Sudáfrica y Zaire (actual RD Congo), que estaban apoyados por Estados Unidos. Al gobierno angoleño lo ayudó especialmente Cuba, que se tomó muy en serio esta guerra que Fidel llamó «contra el imperialismo».
Todo comenzó con la descolonización
Hacia el siglo XVI, Portugal y el reino de El Congo mantenían una estrecha relación comercial basada en el intercambio: en tanto que el reino del Congo se valía de la capacidad de recursos para evangelizar a los nativos, convertirlos al cristianismo con el objetivo de acrecentar su poder y autoridad, los portugueses que realmente perseguían un fin evangelizador, también estaban atentos a otro tipo de prestaciones: la trata de negros.
En un comienzo hubo un espíritu de entendimiento entre ambos países, pero luego el proyecto esclavizador trajo consigo un desequilibro tal que generó, no sólo problemas sociales, sino un debilitamiento del poder. Fue cuando ambos bandos quedaron enfrentados y Portugal tomó el control de una fracción de Angola. El desmantelamiento abusivo de Angola llevó gran prosperidad a Portugal.
Una vez conseguida la independencia y eliminado el imperialismo portugués, al pueblo de Angola le apareció un nuevo enemigo: los imperialistas occidentales. Estados Unidos y Sudáfrica estaban muy interesados en rellenar el poder que habían dejado los portugueses.
Muchos años después de que terminara el conflicto, un analista sudafricano recordó que: «En Angola, soldados negros –cubanos y angolanos- derrotaron a las tropas blancas en combate, esa ventaja psicológica, esa ventaja que el hombre blanco ha disfrutado y explotado durante más de 300 años de colonialismo e imperio. El elitismo blanco ha recibido un golpe irreversible en Angola y los que estuvieron allí lo saben.»
Al conseguir la independencia, las Naciones Unidas reconocieron legítimamente el gobierno del MPLA con su líder en el poder, José Eduardo Dos Santos, pero ni Estados Unidos ni Sudáfrica lo aceptaron. Los tres movimientos nacionalizadores: el FNLA, el MPLA y la UNITA, quedaron entonces enfrentados por la toma del poder.
El conflicto de Angola se extendió a otros territorios involucrando a Zaire, Sudáfrica y Namibia. Los intentos por frenar las múltiples ofensivas fueron varias: en 1988 se firmó el Acuerdo Trilateral de Nueva York mediante el cual Angola, Sudáfrica y Cuba aceptaban la independencia de Namibia. Asimismo, Sudáfrica se comprometía a quitar su apoyo al UNITA, retirando sus tropas de Angola. De la misma manera, se establecieron treguas que no fueron duraderas.
Aunque la contienda comenzó por el rechazo del FNLA y de la UNITA a compartir el poder con el MPLA, realmente se perpetuó por el apoyo internacional a cada uno de los bandos, y se alargó durante la década de los ’90 por la negación de Jonás Savimbi de aceptar los resultados electorales de 1992. La guerra terminó sólo tras la muerte de éste en 2002, dejando al menos 3.500 muertos, cuatro millones de refugiados y unos 100.000 mutilados, especialmente por las minas antipersonas.
El transcurso de la guerra
En el caso de Angola, la más extensa y rica de las colonias portuguesas, el gobierno de los Estados Unidos puso en acción un plan encubierto para aplastar al pueblo angolano e implantar un gobierno títere. Punto clave fue su alianza con Sudáfrica para frustrar la independencia del país y convertirla en un condominio del corrupto Mobutu y del fascismo sudafricano, cuyas tropas no vaciló en usar para invadir a Angola.
Dictadores, terroristas, ladrones y racistas confesos, protegidos por el llamado “mundo libre”, engrosaban las filas de los “combatientes de la libertad”, como pocos años más tarde los bautizaría el presidente norteamericano Ronald Reagan.
A mediados de octubre de 1975, mientras el ejército de Zaire y fuerzas mercenarias reforzadas con armamento pesado y asesores militares sudafricanos se aprestaban a lanzar nuevos ataques en el norte de Angola, por el sur columnas de blindados sudafricanos entraron en el país con el fin de ocupar la capital antes de la proclamación de la independencia el 11 de noviembre.
En ese momento sólo había en Angola 480 instructores militares cubanos, en respuesta a la solicitud hecha por el Presidente del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) Agostinho Neto. Pero ante la inminencia del ataque, Cuba acordó enviar tropas que combatieran a los ejércitos de Sudáfrica, la mayor y más rica potencia en ese continente, y de Zaire, el más rico y bien armado títere de Europa y Estados Unidos.
A más de 10 mil kilómetros de distancia, Cuba inició la que dio en llamarse Operación Carlota, nombre en clave de la más justa, prolongada, masiva y exitosa campaña militar internacionalista de cuantas realizara hasta la fecha. El imperio no pudo alcanzar sus propósitos de desmembrar Angola y escamotear su independencia, y nunca imaginó que un país del Tercer Mundo, actuando en apoyo de otro pueblo, les iba a derrotar en un campo de batalla.
La agresión imperialista fue detenida en poco más de un mes. 36 mil soldados cubanos se encargaron de hacer retroceder al ejército racista sudafricano más de 1.000 kilómetros hasta su punto de partida, la frontera de Angola y Namibia, enclave colonial del gobierno del apartheid. Por el norte, en pocas semanas las tropas regulares de Mobutu y los mercenarios habían sido también expulsados del territorio angoleño.
Tras esta primera victoria, Cuba acordó la retirada paulatina de sus tropas a medida que la República Popular de Angola iba formando su propio ejército. Pero a principios de los 80 los gobiernos de Pretoria y Washington retomaron su política de agresiones. En esa década creció la lucha de los pueblos de Namibia, Zimbabwe y Sudáfrica contra el colonialismo y el apartheid. Angola se convirtió en sólido baluarte de esos pueblos, a los que Cuba brindó también todo su apoyo. Los crímenes del régimen del apartheid se sucedieron.
A finales de 1987 se produjo la última gran invasión contra Angola. Sudáfrica y Estados Unidos lanzaron el último y más amenazador golpe contra el país. Pese al serio peligro de agresión militar que también enfrentaba Cuba, el gobierno revolucionario decidió de nuevo reunir a las fuerzas necesarias para asestar un golpe definitivo a las pretensiones sudafricanas. Como en 1975, un número ingente de tropas y medios de combate cruzaron rápidamente el Atlántico, desembarcando en la costa sur del país, para atacar junto al ejército angoleño a las poderosas fuerzas sudafricanas.
Esta vez fueron 55 mil los soldados cubanos que pusieron punto final a la agresión militar extranjera contra Angola. Pero suman millones los hombres y mujeres que aseguraron desde Cuba el éxito de cada misión y se esforzaron para que nada faltara a la familia del combatiente o colaborador civil. La gesta resultó decisiva para consolidar la independencia de Angola y alcanzar la de Namibia. Fue además una contribución significativa a la liberación de Zimbabwe y a la desaparición del odioso régimen del apartheid en Sudáfrica. En total más de 300.000 combatientes internacionalistas, y cerca de 50.000 colaboradores civiles cubanos, se ofrecieron de forma voluntaria para una misión que no tiene parangón en la historia.
El verdadero motivo: el petróleo
Los recursos naturales de Angola son importantes en comparación con la mayoría de los países africanos, especialmente adecuados para el desarrollo de la economía industrial. Existen grandes reservas de petróleo y gas, concentradas en las zonas marítimas de la costa alrededor de Cabinda y el estuario del Congo. La calidad del crudo es generalmente buena, con bajo contenido de azufre. En la región de Cabinda se extraen aproximadamente 900.000 barriles al día, lo que implica el 60% de la producción total de petróleo de Angola.
Además, en amplias zonas del noreste de Angola existen yacimientos de diamantes, y otras piedras preciosas para usos industriales. En el suroeste hay grandes depósitos de mineral de bajo grado. En todo el país, especialmente en las alas, entre la franja costera y la meseta central, se sabe que existen cantidades explotables de otros minerales y metales.
Durante la guerra, ambos bandos lucharon por dominar los recursos naturales del país para financiar su lucha. El gobierno del MPLA se financiaba con los recursos proporcionados por las exportaciones de petróleo en la costa, mientras que la UNITA lo hacía con el contrabando de diamantes.
«Lo tenían todo planeado desde hace mucho años, cuando los imperialistas sabían que, algún día, esas colonias se liberarían, empezaron a organizar sus movimientos. Cabinda tiene grandes recursos petroleros. Esa es una de las razones por las que los imperialistas quieren apoderarse de Angola. Y así organizaron el FLNA, con gente de la CIA. Algunos imperialistas se preguntan porqué ayudamos a los angoleños, que qué intereses tenemos nosotros allí. Ellos están acostumbrados a pensar que cuando un país hace algo es porque está buscando petróleo, diamantes, cobre o algún recurso natural. No. Nosotros no buscamos ningún interés material. Y los imperialistas es lógico que no lo entiendan, porque se guían por criterios exclusivamente chovinistas, nacionalistas, egoístas. Nosotros estamos cumpliendo un elemental deber internacionalista cuando ayudamos al pueblo de Angola.»
Fidel Castro denunció las intenciones de Estados Unidos en la Guerra de Angola, en una célebre intervención en la Asamblea General de la ONU
Fidel Castro se tomó muy en serio el conflicto de Angola. La participación cubana en la Guerra civil de Angola fue muy importante, ya que combatió no sólo contra los enemigos del gobierno angoleño, sino también contra tropas de Zaire, ejércitos armados, financiados y asesorados por EEUU y contra tropas del ejército de Sudáfrica, entonces dominada por el gobierno racista del apartheid. El contingente militar cubano llegó a tener 52.000 hombres y unos 1.000 carros de combate. Cerca de 450.000 médicos, maestros, ingenieros y soldados fueron enviados a Angola durante los 16 años que duró la operación.
La presencia de Cuba significó la derrota de las tropas de Zaire, la derrota del ejército sudafricano, la derrota de las tropas mantenidas por EEUU, y políticamente mantuvo la independencia de Angola, creó las bases para la independencia de Namibia y comenzó el derrumbe del apartheid en Sudáfrica.
VIDEO:Documental ‘La Guerra en Angola’ (1976). Este documental se encuentra en Youtube, dividido en 10 vídeos. En él se analizan el papel de las tropas coloniales portuguesas, la injerencia a través de mercenarios provenientes de los EEUU, la invasión del gobierno racista de Sudáfrica y la división del país en señores de la guerra financiados por los Estados Unidos en contra, todos, de los independentistas y patriotas angoleños. En el fondo: el control de las riquezas minerales, petróleo y madera por grandes corporaciones americanas y la influencia geoestratégica por parte de Estados Unidos y su aliado sudafricano.
Invasión de la Isla de Granada (1983)
Granada es un diminuto país insular situado al sur del Mar del Caribe. Es una bella isla de apenas 90.000 habitantes, y que fue escenario de otro movimiento imperialista por parte de Estados Unidos. En este caso los americanos no fueron en busca de paz, tranquilidad o playas, sino con la intención de quitar del poder a un gobierno que no les gustaba.
El 13 de Marzo de 1979 un movimiento revolucionario popular llamado ‘New Jewel’ acabó con el gobierno del pro-estadounidense Eric Gairy, quien, además de ser amigo íntimo de Augusto Pinochet, era un hombre realmente extraño (fantaseaba con extraterrestres).
El Movimiento New Jewel nombró Primer Ministro de Granada a Maurice Bishop, un carismático abogado con ideas socialistas. Durante el gobierno de Bishop se pusieron en marcha políticas sociales y Granada estrechó las relaciones con Cuba y la Unión Soviética. Entre otros proyectos, se comenzó a construir un aeropuerto internacional que más tarde sería utilizado por Estados Unidos como pretexto para la invasión.
Ciertos problemas dentro del gobierno de Granada llevó a que el viceprimer ministro Bernard Coard arrebatara el poder a Maurice Bishop y lo fusilara. Este estallido de inestabilidad fue el escenario perfecto para que Estados Unidos decidiera intervenir. Por aquel entonces nadie en el mundo conocía el país socialista de Granada, pero Estados Unidos estaba seguro de que aquella isla y su aeropuerto eran una seria amenaza para su seguridad nacional.
Ronald Reagan, entonces presidente de los Estados Unidos, acusó al gobierno de Granada de utilizar el nuevo aeropuerto como base militar soviética. Los norteamericanos fomentaron el clima de tensión preparando una invasión de Granada con una feroz guerra mediática.
La invasión, que comenzó a las 05:00 el 25 de octubre, fue la primera gran operación realizada por el ejército de los Estados Unidos desde la Guerra de Vietnam. La lucha continuó durante varios días y el número total de efectivos estadounidenses alcanzó unas 7.000. La fuerzas invasoras encontraron unos 1.500 soldados granadinos y unos 700 cubanos defendiendo la isla.
Tras la victoria de EEUU, el Gobernador General de Granada, Paul Scoon, nombró un nuevo gobierno y, a mediados de Diciembre de 1983, las fuerzas estadounidenses, se retiraron. Estados Unidos había conseguido restaurar un gobierno afin políticamente, aunque fuera en una diminuta isla del caribe.
Después de la invasión, Margaret Thatcher escribió al Presidente Reagan: «Esta acción será vista como una intervención por un país occidental en los asuntos internos de una pequeña nación independiente, por mucho que nos desagrade su régimen.»
Lo más curioso es que, finalmente, el peligroso aeropuerto fue terminado con ayuda estadounidense años más tarde. Este aeropuerto fue una de las justificaciones de la invasión, ya que los norteamericanos afirmaban que se estaba construyendo para uso militar conjunto entre Cuba y la URSS. Sin embargo, después de la invasión se probó que solamente había trabajadores civiles cubanos y ningún asesor militar cubano o soviético, y que el aeropuerto lo había promovido Maurice Bishop para mejorar el turismo en Granada. Durante la invasión, los estadounidenses tomaron por asalto el aeropuerto en construcción, muriendo varios obreros civiles cubanos.
EE.UU. planea transferir sus centros secretos de investigaciones biológicas de Ucrania a otros Estados postsoviéticos, a Europa oriental y al Báltico, avisa Moscú.
“El Pentágono [Departamento de Defensa estadounidense] está listo para trasladar lo antes posible los programas inconclusos en Ucrania a otros Estados postsoviéticos, así como a Estados de Europa oriental, como Bulgaria, la República Checa y los Estados bálticos”, alertó el sábado el jefe de las Fuerzas de Protección Nuclear, Biológica y Química de Rusia, Ígor Kirillov, según informó la agencia rusa TASS.
Detalló que Estados Unidos busca establecer sus laboratorios biológicos secretos cerca de las fronteras rusas y advirtió que dichas instalaciones, que pueden utilizarse para desarrollar y almacenar componentes de armas biológicas, representan una amenaza para la seguridad de la Federación Rusa.
Dijo que, a diferencia de las armas nucleares que Estados Unidos despliega en los territorios de los aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la reubicación de los biolaboratorios facilitará el acercamiento “sin control” del bloque militar a las fronteras rusas.
La operación militar especial rusa en Ucrania iniciada a finales de febrero desveló la amplia colaboración encubierta entre Kiev y Washington para desarrollar componentes de armas biológicas en laboratorios cerca de la frontera rusa, lo que obligó al Gobierno ucraniano, presidido por Volodímir Zelenski, a ordenar la destrucción de patógenos en dichos centros, para que no saliera a la luz esa cooperación.
Varios documentos publicados en marzo por Moscú indicaron que EE.UU. había invertido unos 32 millones de dólares en los laboratorios biológicos del Ministerio de Defensa de Ucrania en las ciudades de Kiev, Odessa, Lviv y Járkov.
También, los datos revelaron que estos laboratorios militares ucranianos aislaron tres patógenos bacterianos (causantes de la peste, la brucelosis y la leptospirosis) y seis familias de virus, incluido el coronavirus, todos resistentes a medicamentos y de rápido contagio de animales a humanos.
EE.UU. no levantará el bloqueo a Cuba porque ello conduciría al desarrollo económico de la isla, lo que amenazaría el sistema imperial estadounidense.
Así opina la militante del boliviano Movimiento al Socialismo (MAS) Kiara San Pablo en una entrevista concedida este domingo a HispanTV en la que ha abordado la polémica decisión de la Administración del presidente Joe Biden de prolongar por un año más las restricciones comerciales y financieras a Cuba.
La decisión de Biden “es una prueba de que EE.UU. no piensa cambiar su sistema económico imperial, aunque esté en plena crisis económica, con altos grados de pobreza y en la quiebra […]”, ha subrayado.
La entrevistada cree que el cese del bloqueo a Cuba hará que la isla “desarrolle mucho más su economía, lo que podría dar lugar al surgimiento de más Cubas en Latinoamérica —con sistemas parecidos; socialistas, comunistas y progresistas—, lo que amenazaría el sistema imperial estadounidense que se basa en imponer políticas a los países latinoamericanos e imponer créditos por medio de leyes del Fondo Monetario Internacional”.
Las escenas de violencia y caos en el corazón de la capital iraquí, Bagdad, a principios de esta semana, fueron inquietantes, pero no sorprendentes.
Tras la invasión estadounidense, el territorio iraquí ha sido deformado por la guerra y la violencia durante las últimas dos décadas y más, sin un final a la vista.
La actual crisis comenzó después de las elecciones legislativas de octubre de 2021. Varios partidos políticos iraquíes denunciaron un “flagrante fraude” en los comicios, diseñado por “Estados Unidos y sus clientes”. Protestaron contra los resultados y pidieron a la Alta Comisión Electoral Independiente de Irak (IHEC) revisar los resultados.
El partido de Muqtada al-Sadr que obtuvo 73 escaños de los 329, no pudo formar un gobierno mayoritario. Después de un callejón sin salida de meses, Al-Sadr ordenó a todos sus 73 miembros que renunciaran en señal de protesta, pidió la disolución del Parlamento y la celebración de nuevas elecciones. Con la renuncia de los aliados de Muqtada al-Sadr, otros partidos intentaron formar un nuevo gobierno, lo que provocó la reacción de los partidarios de Al-Sadr que irrumpieron en la sede del Legislativo, provocando enfrentamientos más violentos. Las fuerzas de seguridad intervinieron y Muqtada al-Sadr redobló su anuncio anterior de dejar la política, poniendo al país en el camino hacia lo desconocido.
Pero, el actual caos que vive Irak se originó hace casi dos décadas, justo después de que una llamada coalición internacional, liderada por EE.UU., atacara este país árabe para acabar con las armas de destrucción masiva. Un engaño que desembocó en una guerra, cuyas consecuencias siguen desestabilizando el país mesopotámico.
Es más fácil iniciar una guerra
Ciertamente, es más fácil comenzar una guerra que terminarla, como dice el refrán, pero un conflicto en realidad no termina cuando se detienen los combates y los líderes llegan a un acuerdo. La tragedia y la mentalidad de guerra seguirán vivas, tal como es el caso de la invasión estadounidense de Irak que ha dejado atrás, como legado, una sociedad rota y empobrecida.
El miedo y la violencia continúan ocupando y endureciendo los corazones y las mentes de las personas, lastimando sus espíritus, deformando sus valores y sesgando sus lealtades. En Irak esto ha significado que las personas, especialmente los jóvenes, encuentren refugio en su clan, tribu, secta o fe; básicamente, hacer cualquier cosa para superar esa terrible sensación de miedo e inseguridad constantes, provocados por la invasión estadounidense en 2003.
Estos son los verdaderos “dolores del nuevo “Oriente Medio”, que la exsecretaria de Estado de EE.UU., Condoleezza Rice, celebró en 2006. Eso fue después de que la invasión estadounidense y luego ocupación de Afganistán e Irak comenzaran a extenderse a otras partes de Asia Occidental, empezando con la agresión del régimen de Israel, primero contra Palestina, y luego contra El Líbano.
De hecho, Irak y gran parte de la región, incluidos Siria, Yemen, Libia, El Líbano, Palestina, Afganistán, y Sudán, sufren una variedad de guerras impulsadas y moldeadas principalmente por el cinismo violento de Occidente.
Es desgarrador ver a los iraquíes volverse unos contra otros. En todo caso, la política es y debe ser el antídoto para la guerra y la violencia en la región de Asia Occidental y más allá.
Consecuencias de la invasión estadounidense de Irak
La invasión de Irak por Estados Unidos y sus aliados, que incluyeron ataques masivos a ciudades como Faluya, provocó un aumento sustancial de la mortalidad y grandes desplazamientos, lo que afectó a cientos de miles de personas. A partir de 2006, las disputas sectarias empeoraron y la violencia entre comunidades aumentó la tasa de la mortalidad y de lesiones, así como nuevos desplazamientos masivos.
Con el incremento de la violencia, un número creciente de iraquíes fue obligado a abandonar sus hogares. Según datos de las Naciones Unidas, la invasión estadounidense causó 1,9 millones de desplazados internos y 2 millones de refugiados escaparon a países vecinos, especialmente Siria y Jordania.
Casi dos décadas después de la invasión estadounidense, Irak sigue sufriendo de desempleo y pobreza extremos, iguales o peores de lo que habían vivido sus habitantes durante la era del exdictador Sadam Husein. La infraestructura del país está en ruinas y los planes de reconstrucción de Estados Unidos se han visto envueltos en fraudes, mala gestión e incompetencia.
La guerra estadounidense destruyó el patrimonio cultural de Irak, los saboteadores saquearon el Museo Nacional, quemaron gravemente la Biblioteca Nacional, dañaron o destruyeron muchos edificios y artefactos históricos. Las fuerzas estadounidenses, que se suponía tienen como misión proteger el patrimonio cultural del país mesopotámico, destruyeron o dañaron gravemente muchas áreas y edificios urbanos históricos.
Dos décadas después, el pueblo iraquí vive una situación crítica que salir de ella requiere un esfuerzo ingente. Pues, culpar únicamente al pueblo y las autoridades iraquíes por no mejorar las condiciones de vida y de empleo en el país ignora el hecho de que la invasión de 2003, seguida de la ocupación militar que duró hasta 2011, agotó los recursos del país. La ocupación permitió a las multinacionales occidentales explotar los recursos iraquíes casi sin control por parte del gobierno.
La invasión de Irak destruyó todas las instituciones políticas y económicas existentes, con el objetivo de convertir a Irak en una “utopía neoliberal”. Cuando el régimen de Sadam Husein fue derrocado y reemplazado por la Autoridad Provisional de la Coalición, encabezada por Paul Bremer, se introdujeron rápidamente una serie de amplias medidas neoliberales.
La falta de desarrollo, servicios y recursos, su escasez de alimentos, pobreza y desempleo, significan que todavía Irak no se ha liberado de la miseria, dos décadas después de la invasión estadounidense. Y la injerencia de los Estados Unidos y sus aliados en los procesos políticos, como las elecciones, significan que el país norteamericano no busca que Irak logre la estabilidad.
De hecho, el triste estado actual de la economía y el caos de Irak es el resultado directo de factores históricos y geográficos que incluyen el impacto devastador del imperialismo y la explotación que continúan hasta el día de hoy.
La Inteligencia iraní dice haber desmantelado una red de espionaje israelí, de la fe bahaí, en el norte de Irán y detenido a una docena de sus miembros.
El Departamento General de Inteligencia de Mazandaran, en el norte de Irán, anunció el sábado que sus agentes secretos habían identificado y arrestado a 12 miembros de ese grupo de espías en distintas ciudades de la provincia por sus contactos encubiertos con el régimen de Israel, según informa este domingo la agencia Fars.
El informe indicó que dos de las cabecillas de la célula de espionaje, arrestados por agentes de Inteligencia iraníes, fueron “entrenados” en el centro bahaí de Bait al-Adl en la ciudad de Haifa, situada en los territorios palestinos ocupados por Israel y formaron una red de espías en todo Mazandaran.
Esta red de espionaje recibía entrenamientos sobre reglas organizacionales, las maneras de comunicarse en secreto y el uso selectivo de los medios de comunicación extranjeros para promover propaganda contra el Sistema de la República Islámica, subrayó el texto.
El Departamento General de Inteligencia de Mazandaran advirtió que los agentes secretos de la Inteligencia iraní monitorean de cerca cualquier actividad de las redes vinculadas a Israel o las células contrarevolucionarias y darán una respuesta contundente a cualquier agente que espíe para el régimen israelí.
La Cartera de Inteligencia advirtió que, a pesar de que el complot fue frustrado, se reserva el derecho de responder a esta conspiración del régimen sionista.
Tras el atentado a CFK, Lula da Silva avisa de un posible aumento de la violencia política en Brasil, inmerso en una tensa campaña electoral de cara al 2-O.
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) a las elecciones de octubre dijo el viernes que el intento de asesinato de la vicemandataria argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en Buenos Aires, debe tomarse como una advertencia, pues ese escenario se podría repetir en Brasil.
“Lo que vemos en la prensa, todos los días hay insinuaciones. Y quien insinúa puede cumplir lo que promete. Y quien hace insinuación puede cumplir lo que está prometiendo”, enfatizó Lula, en un señalamiento velado a su rival electoral, el actual mandatario de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro.
La misma jornada, Lula expresó a través de Twitter su solidaridad con Fernández, “víctima de un fascista criminal que no sabe respetar divergencias y la diversidad […] esta violencia y odio político que vienen siendo estimulados por algunos, es una amenaza a la democracia en nuestra región”, remarcó.
El fallido atentado contra la vicepresidenta argentina ha causado un enorme impacto en Brasil, no solo por ser el país natal del agresor, sino porque el gigante latinoamericano está en pleno proceso electoral para elegir el 2 de octubre al nuevo presidente. De hecho, Las campañas de Lula y Bolsonaro han decidido revisar los protocolos de seguridad para protegerlos.
Lula, según las encuestas, hasta el momento, lidera las intenciones de voto, e incluso algunos sondeos le dan ganador en primera vuelta sin necesidad de balotaje.
Bolsonaro, segundo en los sondeos, enfrenta acusaciones por mala gestión de la pandemia del nuevo coronavirus y la posterior crisis económica, así como llamados golpistas y un marcado discurso de odio y misoginia.